Grecia Ortega-Ruiz*a, Cristhian E. Pérez-Villalobos*b, Nancy Bastías-Vega*c, Paula Parra-Ponce*d
Trabajo financiado por el proyecto CONICYT FONDECYT Regular 1190931
RESUMEN
La capacitación de docentes universitarios se constituye en un desafío en las instituciones educativas en el contexto actual. Por eso, estas deben procurar una actualización permanente tanto en la disciplina que enseñan como en competencias pedagógicas. Esto último es particularmente relevante, considerando que quienes realizan docencia en el área no han sido preparados para la docencia en su formación de origen. El presente artículo revisa los efectos de la capacitación docente y los factores que se asocian a éste: como la necesidad de aprender, la presión institucional, la oferta formativa, la satisfacción personal, la situación laboral y los factores sociodemográficos como el género.
Palabras clave: Capacitación, Docentes, Carreras de la Salud.
SUMMARY
Continuous training in university teachers of health degrees: what do we know about it and why does it matter?
University teachers’ training is a challenge for educational institutions in the present context. For this reason, these institutions must seek to continuously upgrade both the discipline they teach and their pedagogical skills. The last one is particularly relevant considering that those who teach in this area have not been prepared for teaching in their original training. This article reviews the effects of teacher training and the factors associated with it, such as the need to learn, institutional pressure, training offerings, personal satisfaction, employment status, and sociodemographic factors such as gender.
Keywords: Training, Teachers, Health Degrees.
La capacitación docente en la sociedad del conocimiento
La búsqueda por el bienestar y el mejoramiento de condiciones socioeconómicas de los países, ha incrementado aceleradamente la cobertura de la educación en el mundo1. Se sostiene que la educación es vital para la competitividad de la economía, movilización y cohesión social; al mismo tiempo ejerce un rol importante en la investigación, conciencia y desarrollo personal bajo un dinamismo de expansión caracterizado por el uso intensivo de información y conocimiento avanzado2,3. Actualmente, la Universidad le ha asignado a este último, y al dominio racional, un valor significativo que adquiere un papel central en las relaciones sociales2,4.
Dentro de un contexto saturado de información, con fácil acceso a la tecnología y comunicaciones, se vuelve un desafío para las instituciones educativas desarrollar conocimiento legítimo e impartirlo a las nuevas generaciones, ya que la escuela no es el lugar principal para adquirirlo5. Ante estas circunstancias, el perfeccionamiento y educación permanente son vistos como la mejor inversión para la sobrevivencia en un mundo cada vez más globalizado, con competencia creciente e intensiva de conocimientos6.
En Chile, las Universidades e Institutos de educación superior representan el nexo entre la creación del conocimiento, innovación, economía y el medio facilitador para el cambio de la estructura social del país4. Sin embargo, el amplio alcance y diversidad conceptual que se le atribuye a la formación universitaria no ha podido responder adecuadamente a los requerimientos sociales y productivos del entorno. En relación con lo anterior, se sugiere fortalecer la formación académica de calidad en docentes mediante la producción de conocimiento científico, transferencia de enseñanza y su vinculación orientado al desarrollo socioeconómico y producción cultural1,2.
El caso de la educación en ciencias de la salud
Para la educación en ciencias de la salud en Chile, uno de los desafíos es avanzar en programas de innovación que permitan a los alumnos el correcto aprendizaje de estrategias sanitarias a fin de aumentar el bienestar social7. Razón por la cual, las universidades, dentro de su proceso creativo y generativo, buscan como objetivo la formación de profesionales con altos conocimientos ante una sociedad en constante movimiento y necesidades cada vez más desafiantes8.
Existe consenso en que la calidad de la educación superior está condicionada por factores políticos, económicos, sociales, culturales e institucionales. Sin embargo, en la formación y desempeño de docentes universitarios es esencial, si se piensa en la calidad de la enseñanza1.
El médico asume que es competente profesionalmente en el rubro educativo gracias a su formación de origen, sin embargo, para completar esta enseñanza debe desarrollar un nivel educativo más alto a través de la educación continua9.
Zabalza señala que la formación continua de los docentes por sí misma no garantiza la mejora en docencia. Sin embargo, constituye un elemento fundamental que facilita cualquier proceso de cambio y, sobre todo, genera una cultura de calidad10. Para ello, actualmente se incorporan políticas educativas que fomentan la calidad de la enseñanza: en particular el conocimiento disciplinar del docente y su capacidad para transmitirlo eficazmente mediante adecuados modelos y estrategias de enseñanza2.
La capacitación docente
Los profesores son el recurso más importante, por su intervención fundamental en procesos de transformación e impacto que involucran calidad y productividad, por lo tanto, invertir en su crecimiento y desarrollo promueve la innovación y la excelencia en todos los niveles del proceso educativo5,11.
Bajo esa mirada, conviene analizar la formación, la actualización permanente y las condiciones laborales de su profesión académica; el docente está obligado a atender continuamente su evolución tanto en la disciplina que enseña como en las ciencias del aprendizaje; factor oportuno para considerar su formación inicial y orientar su actualización12. Lamentablemente, el perfeccionamiento docente se centra más en cómo influye la formación recibida de los propios docentes, su aprendizaje, actitudes y prácticas, que en el alumnado y sus resultados11,13.
Para estimar y perfeccionar la docencia es necesaria la implementación de programas que aseguren recursos asociados a compromisos de calidad en el ejercicio docente14. La literatura asegura que el perfeccionamiento docente está destinado a mejorar la práctica y gestionar un cambio en el proceso educativo11. Si bien es un proceso costoso y complejo15, contribuye a desarrollar determinado aprendizaje, experiencia escolar, renovación y crecimiento institucional; además de comprender particularidades y fenómenos que ocurren en la realidad, teniendo un rol significativo en el logro estudiantil10,13.
Lo anterior es un factor importante a considerar para profesionales de las carreras de la salud, pues la condición de los distintos graduados del área durante su desempeño docente en asignaturas teóricas y clínicas, demanda el desarrollo de distintas competencias en cada área específica de la medicina y la formación pedagógica continua para ellas7.
En relación a lo anterior, Sutkin identifica ciertas características cognitivas y no cognitivas que definen a un buen docente clínico en medicina; por ejemplo: la habilidad clínico-técnica y razonamiento clínico, así como la importancia de competencias pedagógicas y humanas del docente16.
Asimismo, en su marco de estudio, Srinivasan9 perfila seis competencias centrales para los docentes médicos indispensables en el proceso educativo. Entre ellas destacan:
- Pericia en la enseñanza de contenido y evaluación de habilidades de cada alumno dentro del campo de especialización.
- Compromiso con el éxito y bienestar de los alumnos a través de la enseñanza para crecimiento profesional.
- Habilidades de comunicación que faciliten el aprendizaje.
- Prácticas basadas en la reflexión a través de autoevaluación continua con el fin de mejorarlas.
- Profesionalismo que inspire excelencia al alumnado, incluyendo principios éticos en la enseñanza.
- Uso de recursos y metodología que proporcionen óptima enseñanza para su aprendizaje.
A esta propuesta, el autor suma cuatro competencias de especialización que incluyen:
- Diseño e implementación sustentable de programas de evaluación.
- Uso del enfoque de la práctica escolar para priorizar la evaluación a modo de crear nuevos conocimientos sobre el programa y proceso que está siendo estudiado.
- Liderazgo para el éxito y crecimiento de nuevas generaciones, así como la creación de una cultura organizacional.
- Mentoría con enfoque positivo que promueva el crecimiento profesional tanto individual como grupal9.
Perfeccionamiento disciplinar y perfeccionamiento pedagógico
Por otra parte, es oportuno mencionar que el aumento en el número de docentes de las carreras de la salud genera un aumento en la necesidad del perfeccionamiento pedagógico. La mayoría de los que se integran por primera vez, laboralmente, carece de capacitación formal en docencia y a medida que avanza su carrera adquieren no solo experiencia, sino también la necesidad de perfeccionarse conforme a las responsabilidades institucionales y rol que se les asigna17.
Si se piensa en el perfeccionamiento disciplinar, se vuelve imprescindible el dominio profundo de los saberes declarativos o cognitivos de la disciplina, porque de esta manera el docente facilita y promueve la enseñanza. Sin embargo, a medida que el docente se forma en el área pedagógica, la importancia del perfeccionamiento disciplinar disminuye, asumiendo que el contenido del aprendizaje no lo es todo y que también importa la forma de enseñarlo15.
Sin embargo, durante años se ha privilegiado el conocimiento disciplinar por encima del pedagógico18, ya que existen pocos incentivos para que los docentes se perfeccionen en el área pedagógica. Otro factor se debe a que la formación continua orientada a especialidades o disciplinas afines al campo de acción tiene mayor prioridad, valor e incluso relevancia en un contexto laboral y económico10,14. Mientras algunos consideran la capacitación pedagógica esencial para ejercer la docencia, otros lo ven solamente como complemento positivo15. Para el ejercicio docente, la capacitación pedagógica representa una debilidad en el ámbito universitario1.
Por esa condición, la literatura sugiere proporcionar apertura a la investigación y formación sólida en educación a través de cursos con enfoque pedagógico, diplomados o programas de magíster como actividades permanentes. La participación del docente en estos programas, le permitirá organizar y fundamentar las prácticas que con anterioridad realizaba de manera intuitiva7,15.
Lo anterior es particularmente relevante para aquellos docentes que laboran en el área de la salud, pues les resulta complejo ejercer funciones pedagógicas dado que su formación de origen no está orientada al proceso educativo8,15,19. Sin una educación formal en temas pedagógicos, la mayoría del profesorado selecciona programas esperando que mejoren sus habilidades para después asumir su rol de enseñanza9,17, ya que este tipo de capacitación forma parte de la instrucción en programas de posgrado del área educativa.
Contar con un cuerpo académico capacitado y dominio especializado de su disciplina mejora la docencia y favorece la retención del alumnado, ayudando a que éste pueda concluir exitosamente sus estudios y generar oportunidades necesarias que proporcionen un servicio de salud actualizado15,17.
Se ha observado que el número de docentes con doctorado y magíster está asociado a menores tasas de deserción y a la mejora en el rendimiento del alumno, que serían indicadores de la calidad del proceso educativo en el área médica7,13,15. Reforzando lo anterior, investigaciones han demostrado satisfacción alta por parte de los docentes, recomendación entre colegas para participar en actividades de perfeccionamiento; además de beneficios personales entre docentes como: entusiasmo, seguridad, gran sentido de pertenencia a una comunidad, liderazgo educativo e innovación20.
Factores asociados al perfeccionamiento
Es importante señalar que el perfeccionamiento no funciona ni tiene sentido como variable independiente a otros factores10. De hecho, la evidencia muestra que estaría asociado a factores académicos, personales y sociodemográficos que intervienen en la participación de programas de capacitación.
Entre los factores académicos encontramos aquellos que persisten en la necesidad del aprendizaje profundo y eficacia docente en el aula logrados mediante prácticas pedagógicas válidas, alejadas de métodos tradicionalistas21. También aquellos que influyen en el desarrollo de habilidades profesionales, valor profesional que le permite al docente consolidarse laboralmente en un contexto competitivo1.
Cabe señalar que la presión institucional es un factor que considera a la capacitación como obligatoria, meritoria en la presentación del currículum1,13,15, más allá de la voluntad individual del docente, pues en su mayoría las instituciones regulan y condicionan el para qué de la formación10. En algunas instancias educativas la capacitación se considera optativa, mientras que en otras es de carácter obligatorio, vinculada con el reconocimiento o como parte de su escalafón docente1. Actualmente, la formación continuada del profesorado tiene que ver con decisiones de los poderes públicos y las administraciones educativas13.
La oferta formativa y su modalidad constituye un factor relevante, es decir, el valor de cursos y diplomados no son procesos académicos reconocibles ni valorados en términos de créditos por las instituciones10, a diferencia del significado académico que adquieren los programas presenciales de larga duración13.
Entre los factores personales están la satisfacción propia y profesional que intervienen en la capacitación docente. Sin embargo, la búsqueda de un estatus para establecer su papel profesional ante la sociedad compromete al docente a cumplir ciertas condiciones de formación continua que lo diferencien del resto de los trabajadores22. Incluso bajo un papel protagónico relacionado con su imagen y dignificación, que puede derivar a una perspectiva individualista y competitiva intelectualmente3 o centrarse únicamente en un proceso de cualificación y superación personal23. De igual forma, cabe señalar que en la formación continua suelen participar aquellos docentes que ya han tenido una experiencia formativa previa en el área, por lo que tienen necesidad de ampliarla cada vez más10.
Finalmente, entre los factores sociodemográficos se considera la situación laboral: actualmente la oferta y la demanda vinculada con el aumento en número de docentes convierte la formación continua en un factor inherente para asegurar un puesto laboral3. Factores externos relacionados con la formación constante, como salir al extranjero o dominar otro idioma, están asociados al aspecto económico y la necesidad de aumentar un sueldo10,14. Los estudios muestran que a mayor nivel de educación será mayor el ingreso, necesario en una sociedad dominada por la protección de una estructura económica que permita mejorar la calidad de vida, constante de aceptación profesional y ascenso social3.
Habrá que mencionar que la formación entre docentes varía según el contexto formativo en el que se desenvuelven. Según Zabalza, existen características que lo diferencian de los otros niveles educativos dependiendo del propósito, finalidad y las responsabilidades que deben asumir. Mientras en el nivel primario existen valoraciones más positivas enfocadas a metodología, planificación, clima de buena aula y atención hacia los alumnos13; el contexto universitario ha priorizado la especialización en un ámbito disciplinar, permitiendo que la formación esté orientada en la disciplina y no en la profesión docente10.
El género influye también en la formación continua. Un estudio en Ecuador reportó que las mujeres realizan cursos en un porcentaje mayor (de dos a uno) por año académico en comparación con los hombres, asimismo son ellas quienes disponen y dedican más tiempo a su formación de posgrado24. La edad y la experiencia es un factor variable para circunstancias de praxis, existen profesores noveles con gran interés por participar en programas de perfeccionamiento; considerando la necesidad de formación continua, sin embargo, los momentos iniciales de su carrera docente suele estar cargada de presión institucional hacia la publicación científica, dejando poco tiempo para actividades vinculadas al mejoramiento de la docencia10,24. No así los profesores adultos de alta capacidad intelectual, en su mayoría, que con el paso del tiempo se sienten lo suficientemente formados en su respectiva área disciplinar para considerar propuestas formativas por personas de escasa formación o experiencia10.
Existen diferencias que varían de una comunidad a otra en la capacitación docente. Las múltiples relaciones del profesorado en el medio social, familiar y laboral (entre docentes y alumnos) apuntan a una gran diversidad en la naturaleza de su participación en programas de formación continua. Tomando en cuenta que el perfil del docente del área de la salud es heterogéneo, se vuelve complejo dar respuesta específica al por qué de su perfeccionamiento, el cual no solo depende del cuerpo académico, sino también de la institución educativa, los sistemas de salud y el entorno en el que se desenvuelven10,14.
CONCLUSIONES
En síntesis, se puede observar que la capacitación docente es una necesidad en carreras de la salud. En primer lugar, porque el conocimiento avanza continuamente y esto genera un desafío: el dominio que los académicos tienen de la disciplina que enseñan tiene que actualizarse permanentemente para seguir el ritmo de este avance. Esto hace que la capacitación disciplinar sea clave en el desarrollo docente.
Pero, en segundo lugar, en la actualidad es claro que el dominio de la profesión no lo es todo; para ser docente no basta con saber algo, hay que saber enseñarlo. Por ello, la capacitación pedagógica se vuelve en el segundo eje fundamental.
Sin embargo, al momento de diseñar planes de perfeccionamiento, ya sea disciplinares o pedagógicos, es necesario atender a la diversidad de los docentes. Esto implica asumir que a lo menos hay factores académicos, personales y sociodemográficos que afectan su participación en la capacitación académica. Y pese a las inversiones de las universidades en el desarrollo continuo de los docentes, estos aspectos han sido poco estudiados, sobre todo en carreras de la salud en Chile.
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Artículo recibido el 09/01/20, Aceptado el 03/03/20.
Dirección del autor:
Cristhian Pérez Villalobos
Departamento de Educación Médica,
Facultad de Medicina, Universidad de Concepción.
Janequeo esquina Chacabuco,
Concepción, Chile.
E-mail: cperezv@udec.cl
* Universidad de Concepción, Departamento de Educación Médica, Concepción, Chile.
a. Cirujano Dentista. Magíster (c) en Educación para las Ciencias de la Salud.
b. Psicólogo. Doctor en Ciencias de la Educación.
c. Enfermera. Magíster en Educación para las Ciencias de la Salud.
d. Kinesióloga. Magíster en Educación para las Ciencias de la Salud.