Revista de Educación en Ciencias de la Salud

Cualidades de un docente excelente


Resúmenes Bibliográficos


Autor: Jeremy Gibson.

The Clinical Teacher, 2009; 6:3-8

“The five “Es” of an excellent teacher”.

Revisor Eduardo Fasce H.
Dpto. Educación Médica, Facultad de Medicina, Universidad de Concepción

Jeremy Gibson, del Hospital General de Derby, UK, titula su ponencia “Las cinco “E” de un docente excelente”, las que, según su punto de vista, corresponden a Educación, Experiencia, Entusiasmo, Simpleza (“Easy”) y Excentricidad.

La educación y la experiencia las considera como fundamentales e interdependientes. Es así como la experiencia juega un importante rol pero debe ir acompañada a una adecuada comprensión de las teorías de aprendizaje, como por ejemplo, las teorías de aprendizaje del adulto y el auto aprendizaje, además de saber aplicarlas en la práctica.

El entusiasmo que pone un docente en su cometido genera altos niveles de motivación y captura el interés de los estudiantes. Un docente entusiasta constituye un buen modelo a ser imitado por sus alumnos, influyendo decisivamente sobre la posterior elección de la especialidad a seguir.

Un buen docente será capaz de expresar con claridad conceptos complejos y teorías abstractas, transformar lo complejo en algo más simple.

También un cierto grado de excentricidad puede llevar a altos niveles de aprendizaje y retención en la memoria. Una anécdota oportuna o una determinada actuación en el aula son capaces de fijar hechos para siempre. El propio autor relata una inolvidable experiencia vivida en una clase de oftalmología.

Sin embargo, finaliza el autor, aun cuando enseñar a enseñar puede contribuir a mejorar las competencias docentes, siempre habrá un elemento natural que determine buenos docentes: “Así como algunas personas nacen más veloces o más fuertes, algunas nacen como buenos docentes”.

COMENTARIOS

El artículo del Dr. Gibson tiene la importancia de poner en el tapete uno de los temas que han concitado mayor interés en la educación médica. Sin dudas que las competencias pedagógicas para el ejercicio de la enseñanza son una necesidad cada vez más insoslayable, requiriendo no tan sólo de la adquisición de competencias en programas formativos formales, sino también de condiciones personales que demuestren una genuina motivación autónoma.