Autores: Hawkins Richard, Katsufrakis Peter, Holtman Mattew, Clauser Brian.
Medical Teacher 2009; 31 (4): 385-398
Revisor : Luis Ramírez F.
Dpto. Educación Médica, Facultad de Medicina, Universidad de Concepción
Los autores sostienen que, a pesar de que los dominios del profesionalismo están claramente definidos, los procedimientos para evaluarlos no están lo suficientemente desarrollados y destacan la importancia de diseñar e implementar programas de evaluación del profesionalismo médico que comiencen y terminen utilizando un enfoque interrogativo sobre el propósito y la naturaleza del programa, y consideraciones metodológicas, lo que conduciría a un mejoramiento continuo de la calidad y a asegurar la permanencia de esos programas.
Respondiendo por qué el programa de profesionalismo debe ser introducido en el currículum, define el propósito y los fundamentos, lo que proporciona un argumento válido para la evaluación. El artículo propone en este punto, que si no se es capaz de establecer claramente y específicamente los propósitos, difícilmente los resultados de la evaluación proporcionarán argumentos basados en la evidencia para sustentar la validez de las inferencias intentadas.
Qué se debe evaluar plantea un gran desafío según los autores, debido a que además de incluir conceptos o principios, es necesario identificar atributos medibles o constructos intrínsecos a las competencias de interés. ¿Conocimiento? ¿Habilidades? ¿Actitudes? ¿Valores? ¿Juicio moral? o ¿Manifestaciones externas? El artículo hace referencia a la Pirámide de Miller, como fuente para ilustrar un marco conceptual de identificación de objetivos específicos a evaluar y que constituye una relación entre el nivel de competencia y los métodos de evaluación.
Se sugiere un enfoque de evaluación de conductas profesionales basado en la especificación de conductas observables, que representen principios importantes del profesionalismo. Los ítems individuales se categorizan en dominios más amplios dentro del marco conceptual, utilizando enfoques teóricos y de análisis factorial para lograr una mayor comprensión y facilitar la capacitación del evaluador y organizar la retroalimentación.
La secuencia lógica del enfoque corresponde a Cómo proceder con la evaluación. Los autores indican que hay desafíos únicos que enfrenta la evaluación del profesionalismo, relacionados con las definiciones abstractas y vagas y las dimensiones mal definidas. Existen diferentes atributos que complican el desarrollo del instrumento y el proceso de rating. Algunos se manifiestan como dicotómicos y otros a lo largo de una gradiente de desempeño, además de existir limitadas oportunidades para observar algunas conductas profesionales.
Agregan los autores que los constructos multidimensionales requieren de enfoques de evaluación multimodales que contemplen evaluadores entrenados, feedback apropiado, validez de los resultados, diseño apropiado de los instrumentos y un proceso de monitoreo.
En relación a la pregunta ¿Quién debe ser evaluado y quiénes deben evaluar?, el artículo señala que la adquisición de conocimiento, habilidades y actitudes que subyacen al profesionalismo y la expresión de un espectro de conductas profesionales ocurren continuamente a través de las experiencias clínicas de estudiantes y profesionales, siendo afectados significativamente por el modelaje y la retroalimentación recibida del entorno.
Además de determinar quiénes serán evaluados, es importante delinear quiénes realizarán la evaluación y establecer la habilidad del evaluador, la oportunidad de observar las conductas y su disposición a proporcionar evaluaciones precisas.
Uno de los beneficios del uso de métodos multi-fuente que incluyen el uso de ratings más limitados de la enfermera, pares y pacientes, es el mensaje que se envía a los estudiantes.
Otro elemento del enfoque tratado en este artículo lo constituye el lugar donde se debe conducir la evaluación. Señalan los autores que la evaluación de conocimientos y actitudes se desarrolla en una variedad de salas de clases y escenarios clínicos. Es necesario que se proporcione un cierto grado de autenticidad para lograr una visión total de los atributos. Ambientes clínicos reales o simulados proporcionan un contexto adecuado para la evaluación.
En relación a si la información sobre la conducta del estudiante fuera de los ámbitos académicos debe ser considerada para la evaluación de profesionalismo, los autores señalan que este tema es controversial y sólo se podrá aceptar si es parte de la actividad académica.
En relación a cuándo se debe realizar la evaluación, dependerá de si es formativa o sumativa y de lo específico de los atributos a ser evaluados. Los autores afirman que, en el contexto de la educación médica y la práctica clínica, se necesitan distintos métodos para cumplir con ambos tipos de evaluaciones para guiar el aprendizaje y los esfuerzos por mejorar y para proporcionar información agregada de decisiones en relación a la adecuación del progreso en lograr aspectos profesionales fundamentales.
Finalmente señalan que idealmente, una vez que un umbral aceptable de competencia es documentado, la evaluación de las conductas profesionales debe ser realizada de manera longitudinal y continua, proporcionando retroalimentación episódica a los estudiantes y profesionales en relación a la aceptabilidad de sus conductas profesionales en escenarios y situaciones en las cuales se proporciona cuidado al paciente.
Conclusión
El profesionalismo médico se reconoce ampliamente como una competencia central en la formación de los médicos y en los profesionales en ejercicio. Si bien existen metodologías para enseñar los distintos dominios, los métodos de evaluación siguen siendo ambiguos y sus resultados poco válidos. Por lo que un enfoque que utilice un proceso de exponer el programa de evaluación a una serie de interrogantes que comprenden un marco iterativo de pensamiento sobre el proceso de evaluación, debería conducir a un mejoramiento continuo de la calidad y mantenimiento de ese programa.
COMENTARIOS
Muchas Facultades de Medicina a nivel nacional e internacional están haciendo esfuerzos importantes por incluir el tema del Profesionalismo en forma sistemática desde temprano en la carrera y mantenerlo a través de todo el programa de estudios, pero todavía hay mucho por hacer. Pareciera altamente recomendable realizar actividades sugeridas por el enfoque interrogativo propuesto en este artículo y poner especial atención al hecho de que nuestros estudiantes de primer y segundo año son todavía jóvenes adolescentes que no visualizan con claridad en esta etapa de su formación la verdadera importancia de identificar y desarrollar los atributos del médico para una práctica profesional a seis o siete años plazo y luego para toda la vida profesional. Por otro lado, sería recomendable también que los programas sobre profesionalismo contemplaran la incorporación de atributos profesionales del estudiante de medicina que en muchos casos son coincidentes con los del médico.